“La casa se valora en
la medida
en que destaca su
condición potencial: su capacidad
de funcionar como
proyecto abierto y expresión
tangible de la
libertad individual para así acoger las
innumerables necesidades
de quienes la habitan."
(¿Y si botamos el muro? Propietarios empoderados, casas mutantes y el ocaso de la arquitectura confinada, Errázuriz- Sepúlveda - Bravo, pag 103)
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